La agenda Salud del Perú

Por Ángela Flores, Directora Ejecutiva de ALAFARPE

La crisis sanitaria por Covid-19 desbordó toda capacidad de respuesta del sistema de salud peruano. Esto originó que muchos tratamientos se interrumpan y campañas de inmunización regular no lleguen a sus metas, imposibilitado así que pacientes con enfermedades complejas y crónicas reciban una atención adecuada desde que surgió la pandemia. Las enfermedades de alta complejidad son todo un reto, por la necesidad de financiamiento público que requieren, de manera oportuna, dada la alta vulnerabilidad de esa población, y por ello demandan de una atención urgente y conjunta.

En este contexto, los pacientes sufrieron además la reducción de citas llegando a picos de más del 90% en el sistema público y privado, tuvieron como consecuencia la ausencia de tratamientos lo cual impactó en su calidad de vida y en la de sus familias. Una cifra alarmante que evidencia los pesares de estos pacientes es la desproporción de muertes. Entre marzo y agosto del 2020 se registró un exceso de 7500 muertes no COVID-19, según un estudio realizado por APOYO Consultoría.

El mismo año 2020, durante los meses de febrero a junio, se registró una reducción de 70% en casos atendidos de pacientes oncológicos, equivalente a un total de 74 mil casos. Por cada mes de retraso en el diagnóstico, la tasa de supervivencia se reduce en un 2%, de acuerdo con el mismo estudio de APOYO Consultoría. Según las cifras del Observatorio Global del Cáncer (Globocan), por cierto, se estima que en el año 2020 se presentaron 8,700 nuevos casos de cáncer de próstata; 6,860 de mama; 6,300 de estómago; 4,636 de colorrectal, 4,270 de cuello uterino, entre otros.

Vivimos una situación muy grave que no cuenta con los recursos necesarios. Un indicador que refleja esto es el bajo porcentaje de ejecución de compra de medicamentos del año 2013 al 2018: solo un 80%. Eso sumado a que la ejecución del presupuesto asignado para compra de medicamentos oncológicos el año 2020 disminuyó en más de S/. 24 millones (MEF. Consulta Amigable). Los procesos de compra requieren una modernización de la Ley de Contrataciones del Estado, si queremos implementar modelos que funcionan con éxito en otros países vecinos.

Por el lado de las campañas de inmunización, en el año 2020, las metas del Esquema Regular de Vacunación, que buscan evitar enfermedades infecciosas prevenibles, no se llegaron a cumplir. Si bien a fines del año pasado se retomaron las jornadas de vacunación en niños, adolescentes, gestantes y adultos mayores, los datos del periodo del MINSA señalan que hubo dificultad para llegar a las metas. Por ejemplo, debían vacunarse no menos de 506 mil niños menores de un año contra la poliomielitis, pero sólo se inmunizaron 361 mil pequeños (71.4%).

La OMS señala que desde el año pasado al menos 80 millones de niños menores de un año corren el riesgo de contraer enfermedades prevenibles, debido al retraso o paralización de los programas de inmunización por la pandemia de la COVID-19. Recomendó, por ello, fortalecer los programas de vacunación en todos los países.

Las vacunas permiten vislumbrar el fin de la poliomielitis y ayudaron a erradicar la viruela. Solo en los últimos 30 años, la mortalidad infantil disminuyó en más de 50%, gracias en gran parte a las vacunas. Por ello, el trabajo articulado entre sector público, privado, sociedad civil y academia es fundamental para implementar alternativas que aseguren la mayor cobertura, en especial entre las personas más vulnerables.

Es de vital importancia que se invierta en salud. No solo en el marco de la pandemia, sino para lograr reformas estructurales que preparen el sistema ante situaciones como esta y seguir atendiendo a pacientes con enfermedades complejas, continuar con las campañas de inmunización, y continuidad de tratamientos contra enfermedades de alta complejidad.

Las instituciones prestadoras de salud deben garantizar y dar facilidades para el acceso a tratamientos y medicamentos en hospitales de pacientes, y evitar los inconvenientes registrados en el proceso de inmovilización social. Realizar renovaciones de las recetas con trámites simplificados sería un buen ejemplo.

Debemos garantizar también la entrega de medicamentos y adopción de tratamientos para atención domiciliaria, o en otras localidades para los pacientes de provincias, sin tener que movilizarse hacia Lima.

Urge que los actores del sistema de salud ejecuten esta y otras mejoras, como el impulso de la telemedicina, la realización de comités o juntas médicas virtuales para la evaluación de los expedientes de los pacientes, y el mejoramiento de los procesos de renovación de recetas para estos casos. La agenda está puesta sobre la mesa. Necesitamos que se tomen decisiones.